El bullying es un proceso de abuso e intimidación sistemática. Participan en
este proceso:
Un líder que
usa estrategias negativas para mantener el poder y el control no sólo sobre la
víctima sino hacia gran parte de sus compañeros/as. De ahí que lleve a cabo una
conducta violenta basada en burlas (sobre el aspecto físico, forma de ser o de
hablar de su víctima), insultos, robos, amenazas, golpes, rumores de pasillo,
vía chat, vía teléfonos celulares, etc., con el fin de ridiculizarla o de
aislarla, acusándola de débil cuando intenta apoyarse en el grupo.
¿Cómo es el acosador? En general, el niño/a usa la
violencia (física, psicológica) en contra de su víctima para evitar sus propios
problemas o esconder su propio dolor. A veces, son niños “malcriados” que no se
les ha enseñado a tratar con respeto y empatía a las demás personas, a veces
son niños/as que sufren en carne propia la violencia en sus hogares o el
abandono, niños/as con un vacío emocional importante, con dificultad para
controlar sus impulsos agresivos.
Una
víctima (o varias) que probablemente funcione desde hace tiempo como el
chivo expiatorio del grupo. Va quedando cada vez más aislada, dañándose su
autoestima y seguridad personal, perdiendo interés por el estudio,
complicándose cada vez más su integración social en el grupo curso.
Y
los “terceros” llámeselos espectadores o personas que tratan el tema con
indiferencia sin tomar medidas serias. Aludimos al resto de compañeros, adultos
que contemplan la puesta en escena del agresor y que callan por diversas
razones, porque disfrutan, porque temen estar ellos en el punto de mira, o bien
porque carecen de habilidades sociales para evitarlo, y que son inconscientes
de hasta qué punto puede llegar la escalada de agresividad.
Aparecen varios aspectos
claves:
- Ataques o
intimidaciones físicas, verbales o psicológicas, destinadas a causar
miedo, dolor o daño a la víctima.
- Abuso de poder, del más
fuerte al más débil.
- Ausencia de provocación
por parte de la víctima.
- Repetidos incidentes
entre los mismos niños o jóvenes, durante un tiempo largo y sostenido.
- Maltrato físico, como
las diversas formas de agresión o los ataques a la propiedad.
- Abusos sexuales,
intimidaciones y vejaciones.
Maltrato verbal, como poner apodos, insultar, contestar con malos modos,
hacer comentarios racistas.
- Maltrato social,
especialmente manifiesto en la propagación de rumores descalificadores y
humillantes, que pretenden la exclusión y aislamiento del grupo.
- Maltrato indirecto,
cuando inducen a agredir a un tercero.
El Bullying como fenómeno particular de la violencia trasciende
la simple conducta individual y se convierte en un proceso interpersonal porque afecta al menos a dos protagonistas: quien
la ejerce y quien la padece. Como así también, es posible distinguir un tercer
componente: quien la contempla sin poder o querer evitarla. En este contexto,
la intimidación y la victimización constituyen procesos complejos que se
producen en el marco de las relaciones interpersonales y con gran frecuencia en
el marco escolar.
El maltrato escolar entre pares, muchas veces pasa
inadvertido por los profesores o inspectores escolares permitiendo que el grupo
de intimidadores actúe libremente en forma reiterada, provocando serias
repercusiones en la conducta de la
víctima como ansiedad, baja autoestima y bajo rendimiento académico,
perjudicando la calidad de sus relaciones interpersonales en el marco de la
comunidad educativa en general. Este fenómeno es además, una de las principales causas del ausentismo y
del fracaso escolar y provoca en los jóvenes ansiedad, estrés, aislamiento en
las víctimas, que pueden desarrollar respuestas agresivas y, en casos extremos,
pensar en el suicidio.